Notas

En torno al tema de la memoria y los recuerdos, hemos considerado oportuno centrarnos en algo más concreto como puede ser un grupo de habitantes de una calle de una localidad Valenciana. Tratamos en base a ellos la memoria con más rigurosidad y determinación, acoplándolos simultáneamente a nuestra tarea artística.

El espacio ha sido seleccionado por la proximidad y la accesibilidad a la hora de trabajar con los vecinos de la calle, además de por el cambio que ha sufrido Manises en sus últimos 35 años, quedando en el recuerdo lo que esta ciudad significaba a nivel internacional.
 
Manises: cerámica y auge
Manises, junto a su vecina Paterna y otros centros de la Huerta de Valencia, como la propia ciudad de Valencia y Alaquàs, llegaron a constituir uno de los principales centros productores de cerámica durante los siglos bajo medievales no sólo en el ámbito de la antigua Corona de Aragón, sino también en el Occidente europeo. Sus productos, como se ha demostrado por estudios arqueológicos y documentales, se exportaron a toda Europa y a ambas orillas del Mediterráneo.
La cerámica se enviaba a Francia, Italia y, sobre todo, a Nápoles, en donde Alfonso el Magnánimo quiso crear una corte brillante y lujosa. Al ser un gran consumidor de cerámica de Paterna y Manises, hará de Nápoles un acusado centro de influencia para el resto de cortes italianas. Calixto III y Alejandro VI pidieron continuamente a Valencia piezas y azulejos para las salas del Vaticano. La exportación se extendió también a Sicilia, Venecia, Turquía y Chipre, e incluso a Flandes y los países del Báltico. Los palacios de todas las cortes de Europa se enriquecieron con la cerámica manisera. Muchos pintores la reprodujeron en sus cuadros: así puede verse en la obra de Humberto y Juan Van Eyck y en la tabla central del tríptico de Hugo Van der Goes que se conserva en el Museo de los Oficios de Florencia. En esta misma ciudad existen unos frescos de Chirlandajo en que aparece la loza morisco-valenciana.
El comercio de la cerámica dio lugar a compañías de exportadores, primero italianos, chipriotas y turcos; luego catalanes y mallorquines, que transportaban los azulejos y diversas piezas con todo cuidado, embaladas en grandes tinajas o cossis revestidos de cuerda y paja. Del Grao de Valencia salían continuamente naves con esta carga.
Siguiendo esta profunda tradición, Manises mantuvo el artesanado de la cerámica durante los siglos siguientes de la época Moderna (siglos XVI al XVIII) llegando su producción hasta nuestro días. Habitualmente, la mujer era la pintora de Manises, el hom-bre el que trabajaba el barro. La cerámica manisera tiene la capacidad de representar simbólicamente la identidad de un pueblo que cuenta con 700 años de tradición cerámica .





El nombre de la calle

El contexto de nuestro trabajo es, como hemos señalado, el de la calle Cura Catalá, ubicada dentro del casco antiguo de Manises. Del origen del nombre de la calle da fe el siguiente texto:

José Sixto Catalá Sanchis nació en Manises en 1849. Hijo de padre alfarero y perteneciente a una numerosa familia, fue el sucesor del Párroco de San Juan Bautista, el cura que lo bautizó, con una diferencia de no muchos años.
En 1979 fue nombrado Cura Párroco de Benimodo y a raíz de un concurso, obtuvo en propiedad la Parroquia de Siete Aguas en 1883.
Pasados unos años, volvió a Manises como Párroco, llevándose muy satisfactoriamente con sus paisanos.
Durante su tiempo en Manises se levantó la Capilla de la Comunión de la Parroquia de San Juan Bautista. Se doró el retablo del Altar Mayor y se consagró el cementerio en 1913. También bajo su rectoría vio marchar a sus paisanos a las guerras de Cuba y Filipinas.
Era reconocido por su bondad, su heroica caridad y gracias a ello fue ganándose el corazón de sus feligreses maniseros.
En 1917 falleció, a los 68 años de edad.
El entierro fue tan extraordinario, que por voluntad de todos los vecinos recorrió las calles del pueblo, de forma procesional, para rendirle homenaje.
El Ayuntamiento Manises, le dedicó una calle en lo que entonces era el ensanche, y que hoy está totalmente dentro del casco urbano.  





Situación actual

 Al polígono de la Cova de Manises ya se le conoce como la pequeña “China Town”, ya que la mitad de las empresas están en manos de los importadores de productos asiáticos. Manises es, a día de hoy, un barrio más de Valencia, una ciudad dormitorio sin personalidad. Se ha perdido la tradición de la cerámica debido a la decadencia en pos de otras tipologías de materiales más baratos y cambios en la concepción decorativa. Las antiguas fábricas de cerámica han sido derruidas para trazar carreteras, y apenas se intuye un pequeño vestigio de lo que años atrás era la ciudad de la cuna de la cerámica.
Por ello, desde nuestra posición a la hora de realizar una práctica artística en el espacio público, nos vemos en la obligación de resaltar y poner de manifiesto el importante episodio del pasado cerámico de Manises. Antaño resultaba complicado localizar a algún ciudadano o ciudadana que no estuviera de algún modo relacionado con la cerámica; incluso en nuestro reducido contexto de la calle encontramos gente que se dedicaba a ello. Dejamos así testimonio desde el punto de vista de veinticinco personas vecinas de Manises a las generaciones venideras de lo que la ciudad significó en un pasado cercano, y estimulamos el recuerdo de los maniseros y maniseras que vivieron esa época.